Guillermo Pascual

Nuestro entorno visto con atención...

10 abril 2009



AISLAMIENTO y ENFERMEDAD


La interacción social es un modulador importante de la salud física y mental. La propia vida demuestra que las relaciones sociales positivas se asocian con una mejora en la salud, mientras que el aislamiento, el retraimiento voluntario o las relaciones estresantes son perjudiciales.
La experiencia nos muestra cómo un ambiente estimulante, unas positivas relaciones familiares o de amistad, han arrancado a muchas personas de las garras de la depresión, una de las enfermedades más lacerantes que padece nuestra sociedad occidental. Y también conocemos que el escaso apoyo social aumentan la morbilidad y mortalidad de la enfermedad cardiovascular y de los ictus. Sin embargo, aún se desconocen los mecanismos por los cuales los factores psicosociales influyen en la patogenia del ictus. Recientemente se ha publicado en la prestigiosa revista norteamericana Proceedings of the National Academy of Sciences, un estudio que trata de determinar los efectos de la soledad en el daño neuronal, la neuroinflamación y los resultados funcionales tras sufrir una isquemia cerebral focal.
El estudio fue coordinado por Kate Karelina, de la Universidad de Ohio, y fue efectuado en modelo murino. Establece que la interleucina 6 es un mediador importante de la influencia social en los resultados tras un ictus. Esta influencia social se acompaña de una respuesta neurinflamatoria desigual cuando se ocasiona un daño isquémico: la interleucina 6 central se infraregula y la periférica se sobreexpresa en los ratones criados en soledad respecto a los que viben en un ambiente más comunal.
Otro estudio coordinado por David Soto, de la Facultad de Medicina del Hospital Charing Cross, de Londres, en pacientes que han sufrido un ictus en el hemisferio derecho y una deficiencia visual asociada al episodio, mejora la realización de tareas y aumenta la conciencia visual en ese lateral si escuchan música que les agrada y la sienten cercana a su sensibilidad. La resonancia demostró un aumento en la actividad del córtex orbitofrontal y en el gyrus cingulado asociado con respuestas emocionales.
Todavía son escasos los estudios, pero los pocos existentes y la conciencia general que orientan hacia lo que se ha comentado anteriormente inducen a extraer consecuencias claras al respecto: la comunicación positiva, agradable, constructiva entre las personas, siempre generará resultados positivos, aún para las realidades más angustiosas que angustien al ser humano. Comunicarse, sí, a veces, es doloroso... incomunicarse lo es siempre.

1 comentarios:

A las 13 de abril de 2009 20:03 , Blogger Flor de agave ha dicho...

Somos seres sociables y necesitamos relacionarnos.
No podemos aislarnos… es muy cierto, pero en realidad somos islas en un archipiélago fuertemente enraizado, y como tales, tenemos que organizar nuestra sana supervivencia.
Trascendental es la familia, la vecindad, la compañía y los compañeros; siempre que respetemos nuestra natural soledad e independencia en un ambiente de solidaridad. Ayudarnos a vivir… y no apoderarnos de otras vidas, esa es a mi juicio la clave.
Difícil, muy difícil… pero no imposible.
Debería ser sencillo, y natural pero no lo es. Todo lo complican los tributos a la globalización del Ser humano personal que nos demanda nuestra civilización.
Soledad en compañía, ese es el drama…
Compañía en nuestra soledad, esa es la solución.
No consiste en la cantidad, sino en la calidad.
Si lográsemos sociedades amables en las que se respetasen los retiros de nuestra Alma Creativa individual, nos enriqueceríamos intercambiando sensaciones singulares que nos empujarían a vivir sin restricciones. De paso, liberaríamos a nuestros médicos más comprometidos en esto de la salud anímica en el Ser Humano, de una difícil e importante carga de trabajo.

 

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